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Contraluz

  • Foto del escritor: La indecisa
    La indecisa
  • 24 feb 2020
  • 3 Min. de lectura

Estábamos sentadas una frente a la otra, ambas con una taza un té de jengibre y limón que había recién preparado. Y es que siempre que sabía que tendríamos este tipo de discusiones era mejor tomarnos algo caliente para bajar la tensión.


Nos quedamos mirándonos un largo rato, luego Clarita empezó a decir:


-En estos días escuché una frase muy bonita, ya no la recuerdo bien pero era algo así como “habrá igualdad entre hombres y mujeres cuando lo que haga una mujer no tenga que salir en las noticias”. Te lo resumiré así, las políticas para mujeres incrementan aún más la brecha de desigualdad entre hombres y mujeres ¿escuchaste lo de una aplicación móvil similar a Uber pero solo para mujeres? Absurdo.

Reflexioné unos minutos hasta que le solté:


-¡Abre los ojos Clara!-no se esperaba mi respuesta porque usualmente le doy la razón- Visibilizar las luchas y logros de las mujeres no significa ir en contra de la igualdad. Es parte del proceso de acción política, construido por mujeres y hombres a lo largo de la historia, para que contemos con los mismos derechos y podamos acceder a las mismas oportunidades sin que nos excluyan por ser mujeres.


Continué:


-Absurdo es que América Latina continúe siendo una de las regiones más peligrosas para las mujeres en el mundo. Absurdo es que 1 de cada 3 mujeres padecerá algún tipo de violencia de género a lo largo de su vida. Absurdo es que aún nos escandalicemos de proyectos sociales que contribuyen al empoderamiento femenino.


Clarita permaneció callada, así que seguí:


-Hasta ahora estamos empezando a reconocer que a través de redes de cooperación y apoyo mutuo entre nosotras podemos evitar el escalamiento de la violencia de género. Y con esto no estoy invalidando la participación de los hombres en esta lucha, creo fervientemente en que habrá igualdad cuando juntos defendamos una reorientacion del papel la mujer en la sociedad.

Tolstoí lo sentenció hace ya mucho tiempo en Sonata a Kreutzer- si, la novela que trata de un feminicidio- la economía se ha beneficiado al crear infinitud de productos y servicios que las mujeres realmente no necesitan y de esta manera, la industria misma ha condicionado el tradicional rol de la mujer que hoy nos sigue sonando familiar: “bella, “tranquila”, sumisa”, “fértil”.


Clarita echó los ojos hacia atrás.


-Mírame como quieras Clara, te veo muy cómoda en tu posición de mujer privilegiada, de mujer que ha tenido las oportunidades que quiera para elegir quien ser. Se te ha olvidado llevar contigo las historias que no son escuchadas, y más importante aún, los silencios que ahogan gritos...te hablo de la violencia en todos sus tipos.


-No tiene por qué ser mi causa- dijo.


-No, debería ser la causa de todos.


Nos desafiamos con la mirada hasta que le compartí mi decisión:


-Quizá mis responsabilidades como mujer son mayores de las que pensé: Soy la voz de las que no pueden hablar. Hoy tengo la responsabilidad de cambiar la historia, de desaprender lo que mi madre, mi abuela y bisabuela creyeron que era lo correcto. Hoy más que nunca, tengo la responsabilidad de honrarlas al liberarme de los prejuicios que han configurado un rol específico de la mujer en la sociedad.


Clarita y yo nos pusimos de pie al tiempo, nos acercamos casi rozándonos la nariz y le dije:


-No confundiré igualdad con la omisión del paso de la mujer por este mundo. El proceso de lucha política continuará hasta que el miedo sea un vago recuerdo- le di un tierno beso en la mejilla y le susurré: Clarita, nos están matando todos los días y no salimos en las noticias.

Dejé de mirarme al espejo y le dije adiós a Clara.

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